Lo primero que hemos de saber: en la vida normalmente hay problemas. Pero seguro que también habéis oído decir aquello de “si un problema tiene solución, deja de preocuparte y arréglalo y si no la tiene, no es un problema”.
Hemos de saber que podemos cambiar, para que aquello deje de ser un problema y que cosas son irresolubles y tienen que aceptarse.
Además, la solución perfecta para cada problema no existe. Pero lo que sí existe es un abanico de posibles soluciones (con sus ventajas e inconvenientes). Tenemos que encontrar la solución que tenga más ventajas, menos inconvenientes y aplicarla.
Los pasos a seguir para resolver un problema serían:
- Definición del problema
- ¿Cuál es el problema? Recoger toda la información relativa al problema, establecer los objetivos que queremos conseguir…
- Propuesta de soluciones:
- Aquí hemos de seguir dos principios fundamentales: El principio de la cantidad y el Principio de la dilación de la crítica. Cuantas más soluciones pensemos mejor, sin juzgarlas e ir anotándolas todas. Aquí sería útil hacer aquello que se conoce como “lluvia de ideas” o “brainstorming” (por muy absurda que nos parezca una idea no la descartemos de entrada).
- Valoración de les soluciones:
- Seleccionaremos aquellas que serían las mas adecuadas, valorándolas una a una (ordenándolas de mejor a peor, puntuando ventajas e inconvenientes…) También podemos escoger una solución que sea la combinación de varias.
- Puesta en práctica:
- Escogeremos qué día o en qué momento queremos empezar a utilizar la primera solución de la lista generada en el punto anterior. Probaremos qué tal nos va.
- Evaluación a posteriori:
- Volvemos a valorar qué tal nos ha ido la solución elegida. Si ha ido bien, ¡¡ya está resuelto!! Si no… probaremos con la segunda solución de la lista.